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La Villa fue fundada por Doña María Díaz de Haro, Señora de Vizcaya, en 1322 sobre una puebla ya documentada anteriormente, y habitada por gentes de mar asentadas al abrigo de su puerto natural. Su Carta Puebla otorgó a los portugalujos una serie de privilegios sobre el comercio y transporte de mercancías, principalmente del hierro y la lana, así como sobre la actividad pesquera.

Su desarrollo económico se va a dar sobre todo en los siglos XIV y XV, perdiendo importancia a partir del siglo XVI, donde Bilbao se va hacer con el monopolio de la ría, convirtiendo a Portugalete en un puerto de carga y descarga de mercancías.

Será en el siglo XIX, cuando Portugalete adquiera gran relevancia. Su ubicación costera, unida a su balneario y su playa, la convirtió en lugar de veraneo de la burguesía bilbaína e inglesa, así como de la nobleza e incluso de la realeza. Todo ello favorecido con la construcción del Puente Colgante, del Muelle de Hierro, y la llegada del ferrocarril a la Villa.
Durante el siglo XX, Portugalete siguió siendo centro neurálgico, foco comercial y de esparcimiento de la margen izquierda.

Debido a la importancia que tuvo el cultivo de las viñas, de las cuales se obtenía el txakoli, vino típico de esta zona, y a la costumbre de servir dichos caldos en pequeñas jarras de barro, conocidas popularmente como jarrillas, Portugalete es conocida como la Villa Jarrillera.